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Este núcleo de población lo conforma un grupo de casas bañadas en cal. Está situado entre El Cubillo y El Vínculo y se incluye dentro de la Ruta de “Los Molinos”, precisamente porque cuenta con una de estas antiguas instalaciones, en bastante buen estado por cierto. También se puede disfrutar de la observación y de la sombra de una sabina centenaria: “la Charcona”.
Su acceso es bueno, tanto desde la carretera N-322 en un desvío a la derecha a la altura de Los Chospes, como desde El Cubillo por la ruta de “Los Molinos”.
El paraje de El Campillo muestra una singular belleza. En él el tiempo parece detenerse y la tranquilidad se acompaña por el sonido del agua al discurrir por el centro del caserío, la cual forma un pequeño embalse que sirve de alojamiento y disfrute a un grupo de ocas.
Visitar este lugar y sentarse a la sombra de alguno de sus centenarios nogales provoca sensaciones únicas e inolvidables.
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Este paraje se encuentra ubicado entre la Vía Verde (a la altura de El Cubillo) y Las Torrenteras. Viniendo por la Vía desde Albacete, cuando se llega a la altura de El Cubillo, se abandona la Vía hacia la izquierda, quedando el paraje a unos 300 metros. Su aparición se cree ligada a la construcción de la vía de ferrocarril Baeza-Utiel ( 1926-1964 ).
Según cuentan nuestros mayores, la necesidad de voladura del cerro para proseguir con la colocación de las traviesas hizo que se destrozasen grandes rocas, cuyos pedazos de irregular tamaño quedaron diseminados en este terreno, asemejándose en conjunto a los maltrechos dientes de una persona mayor. De ahí su nombre.
Precisamente en este punto de la Vía Verde existen, en el talud de la misma, una serie de cuevas o excavaciones de origen incierto; su entrada es amplia, pero conforme se entra se va estrechando y nadie ha llegado o se ha atrevido a introducir hasta conocer su final.
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La Laguna de los Ojos de Villaverde es una pequeña masa de agua, en forma de lengua y una superficie aproximada de 7 has. Se encuentra a 920 m. sobre el nivel del mar, en una altiplanicie que por su elevada altitud, clima y relieve le confiere aspecto de páramo, en el que abundan numerosas fuentes o afloramientos denominados “ojuelos” y situados a su alrededor.
La Laguna pertenece al término municipal del Robledo y se accede a ella por la N-322 en dirección a Albacete, desviándose a la izquierda por la carretera local a El Ballestero y tomando un camino a la derecha que desde las Casas de Villaverde conduce a Los Ojos tras 600 m. de recorrido.
El origen de la Laguna desde el punto de vista litológico, podría deberse a la disolución de las calizas contenidas en los estratos superiores debido a la infiltración del agua de lluvia, acumulándose ésta al llegar al sustrato impermeable subyacente.
La cuenca de la Laguna, con una superficie aproximada de 62 km2 se extiende hacia el noroeste, más allá de El Ballestero. Al constituir la Laguna el nivel de base de una cuenca bien delimitada, las aguas aportadas por los caudales superficiales son recogidas por una conjunto de cañadas y ramblas (Cañada Honda, de la Beata, de Juan Ramos, etc.) que vierten el agua al río del Ojo Lóbrego. En la época seca, estas venas de agua se reducen a pequeñas corrientes o se disuelven en charcos, desapareciendo. Las aguas recogidas por estos cursos estacionales van a parar al Arroyo de Pontezuelas, de carácter permanente, que desemboca en la Laguna.
El nivel del agua en la Laguna varía muy poco, unos 5 cm. anuales. Su temperatura madia es de unos 14,8 ºC. Sus aguas se caracterizan por el buen grado de oxigenación y la transparencia de sus aguas, permitiendo la entrada de luz hasta las zonas más profundas, donde se desarrolla un denso tapiz de macrófitos.
La relación de la Laguna con las aguas subterráneas no puede ser más directa.
Se ha estimado que de los 250 litros por segundo que salen de la Laguna en estiaje, solo 50 son aportados por el Arroyo de Pontezuelas que entra en ella, mientras que los 200 litros por segundo restantes, nacen en el propio cuenco lagunar. Las descargas que la Laguna recibe por parte de los flujos ascendentes y cuya manifestación da nombre a ésta (“Ojos”), son las que ejercen mayor influencia en las características fisico-química y biológica de la Laguna. El agua procedente de la Laguna vierte sus aguas en el Río Cubillo, a través de una serie de canales abiertos artificialmente, posteriormente se juntarán con las aguas procedentes del Arquillo, formando el Río Jardín.
El conjunto lagunar constituye un atractivo ecosistema de vegetación palustre, con carrizos, masiega y junquillo negro, que alberga a una abundante y variada fauna. En el medio acuático se da la planta carnívora Dentribularia (urticaria vulgaris), poco frecuente en otros parajes de similares características y otras especies de gran interés como Zannichellia contorta, Myriophyllum verticillatum, Potamogeton densus, Potamogeton coloratus y Utricularia vulgaris o las praderas de Lythrum castiliae.
Estudiando las 50 has. Existentes alrededor de la Laguna, desde las zonas más próximas al Sabinar hasta el fondo de la Laguna, encontramos unas 96 especies de animales de 31 familias distintas. Enunciamos algunos:
-Sapo común-Sapo corredor-Sapillo Pintojo-Ranita de San Antonio-Rana común-Culebra de escalera-Culebra bastarda-Culebra viperina-Culebra de collar-Galápago leproso-Lagarto ocelado-Lagartija ibérica-Lagartija colilarga-Lagartija cenicienta-Bufo bufo-Bufo calamia-Rana perezi-Ratonero común, Aguilucho lagunero-Aguilucho cenizo-Aguilucho pálido-Aguila perdicera-Totovía-Chotacabras gris-Paloma torcaz-Tórtola-Cuervo-Cornejanegra-Grajilla-Rabilargo-Arrendajo-Urraca-Avefría-Escribani palustre-Alcotán-Cernícalo vulgar-Pardillo-Jilguero-Pinzón común-Verdecillo-Avión común-Golondrina común-Alcaudón real-Alcaudón común-Fumarel cariblanco-Gaviota reidora-Garza real-Garza imperial-Cerceta-Abejaruco-Lavandera blanca-Lavandera cascadeña-Carricero tordal-Carricero común-Ruiseñor bastardo-Papamoscas cerrojillo-Bigotudo-Tarabilla común-Zorzal charlo-Carbonero garrapinos-Perdíz común-Pico picapinos-Pito real-Porrón común-Ánade real-Somormujo lavanco-Zampullín chico-Polla de agua-Focha común-Andarrios chico-Agachadiza común-Mochuelo-Estornino negro-Mirlo común-Abubilla-Erizo común-Lirón careto-Conejo común-Ratón de campo-Rata de agua-Topillo común-Nutria-Musaraña común-Musarañita-Orejudo austriaco- Ronolofo grande,................
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Este paraje está situado entre el Caserío “El Vínculo”, la Cañada Real “Andalucía-Valencia”, la laguna de “Los Ojos de Villaverde”, los molinos de Villaverde y la carretera N-322. Contiene un bosque de frondosas y espectaculares sabinas “albar” (Juniperus thurifera), especie protegida, que da nombre a este paraje: “El Sabinar”.
El sabinar es un tipo de vegetación muy particular, característico de los lugares donde apenas hay un poco de tierra vegetal, donde, pese a la austeridad de los pinos, éstos no pueden desarrollarse adecuadamente y donde las condiciones climáticas son, en general, un tanto extremas.
En el estudio del medio ambiente hay una palabra clave: competencia. La lucha por la luz, la lucha por el sustrato, por el espacio vital. La competencia es cada minuto de cada día y generalmente termina con un equilibrio de fuerzas entre los contendientes o, por el contrario, esta lucha termina con la desaparición (desplazamiento) de alguno de los contendientes.
El hecho de hacer este comentario es porque las especies que denominamos “sabinas” tienen mayor fuerza de competencia en los lugares antes mencionados de carácter extremo. Son auténticos supervivientes, como los pobladores de Robledo.
La sabina albar (Juniperus thurifera) es una especie muy antigua, con origen en el Terciario. Ha llegado hasta la actualidad gracias a su capacidad de vegetar en ambientes tan difíciles que le evitan competir con otros árboles más agresivos. Está emparentada con los cipreses y comparte con ellos su forma piramidal y hojas en forma de escama adheridas a las ramas.
No es un árbol grande, si bien ejemplares viejos alcanzan alturas de 20 metros y más. Su crecimiento es lentísimo, con un engrosamiento medio del tronco de 3 mm/año, porcentaje que puede aumentar considerablemente si las condiciones ambientales son favorables. El sistema radicular es profundo, con una parte de raíces de carácter superficial para aprovechar lluvias escasas.
Las sabinas tienen sexo. Hay árboles macho, que forman sus conos masculinos muy temprano en primavera, y árboles hembra, reconocibles fácilmente por estar llenos de gálbulos (nombre que recibe el fruto de la sabina). Es el viento quien transporta el polen de unos a otras. Los bosques de sabinas siempre tienen más machos que hembras ya que en situaciones de crisis (como sequías extremas ...), las segundas sufren una mayor mortandad al estar cargadas de gálbulos y ser más difícil por ello disminuir su transpiración.
Es todo un lujo desde el punto de vista botánico el poseer un tipo de vegetación tan interesante y tan particular. En España, los sabinares no son frecuentes.
Durante cientos de años, las sabinas han sido un elemento básico del paisaje pero su presencia se ha ido reduciendo por la utilización humana. Las sabinas han proporcionado comida y cama para el ganado ovino robledeño, fundamentalmente en los días de fuertes nevadas. Para ello, los ganaderos de Robledo cortaban las ramas de las sabinas hasta prácticamente desnudar el árbol.
El porte natural de la sabina joven es piramidal, no se desrama, pues carece de poda cuando forma los típicos bosques abiertos, con grandes espacios entre los individuos. Ello permite a las ramas inferiores crecer en longitud y grosor año tras año, de manera que cubre prácticamente el suelo e impide que entre la luz.
Cuando la sabina es adulta su copa se redondea y las raíces, al ser muy superficiales y como también han crecido en grosor, se hacen muy prominentes. El aparato radicular es muy somero y muy extenso para poder captar con eficacia hasta la más mínima precipitación.
La sabina coloniza suelos muy pobres en nutrientes y la austeridad del clima retarda más aún si cabe la humificación de los restos orgánicos que caen al suelo.
Cuando estos elementos minerales del sustrato son incorporados a la planta, el suelo se empobrece hasta la llegada de nuevos restos orgánicos. Al caer las hojas escuamiformes se origina, en la superficie del suelo y bajo mismo de la copa, un fino estrato de materia orgánica en descomposición que constituye un importante almacén de nutrientes, los cuales terminarán humificándose y retornando a la solución del suelo y así nuevamente estarán disponibles para ser absorbidos por las raíces.
Por otra parte, la descomposición referida se hace posible porque la copa es muy espesa, lo que genera un microclima mucho más atenuado y más húmedo que el macroclima circundante. La consecuencia es que el sabinar desplaza, por competencia, al matorral heliófilo por la sombra que llega a generar.
Cuando el pastor corta las ramas para alimentar a su ganado tiene lugar la exportación de los nutrientes, no se completa el ciclo anteriormente comentado y si la acción es repetitiva e intensa se produce el empobrecimiento de la estación. El suelo pierde los nutrientes que se originan por descomposición de las hojas, también se pierde la humedad edáfica al reducirse la densidad de ramaje en la copa y fundamentalmente la sabina pierde sus nutrientes humificados. A esto hay que añadir que, al disminuir la sombra, pueden entrar especies de matorral que competirán con la sabina por los elementos nutritivos del sustrato.
La contrapartida de este proceso es que al sestear el ganado en las proximidades de las sabinas éstas se benefician de las deyecciones y deposiciones que generan un mantillo muy especial. Además, debido al pisoteo y al consumo del propio ganado se eliminan ejemplares representantes del matorral. De esta forma, se recupera el equilibrio perdido.
Las semillas germinan con dificultad, y hacerlo artificialmente supone tratamientos con ácidos y estratificación en frío durante meses. En el campo ayuda el tracto digestivo de un animal, y lo que antaño eran cérvidos u otros herbívoros, hoy son el ganado y pequeños animales como zorros o aves frugívoras (principalmente zorzales) los que dispersan las semillas.
La sabina es hoy un árbol montano en toda su área de distribución. Aparece en algunas laderas de solana en los Alpes franceses, en una estación en los Pirineos, en las parameras castellanas y aragonesas y en el Atlas norteafricano, donde llega a subir hasta los 3.000 m sobre el nivel del mar. La estación a más baja altura (300-400 metros) del mundo donde vegetan las sabinas son Los Monegros, en el Valle del Ebro.
Las especies de aves que construyen nidos en ramas (desde el águila culebrera al verdecillo) acomodan su distribución en la región a la de la sabina, pudiéndose observar en “el sabinar” de Robledo. En un lugar donde en verano se alcanzan los 40ºC, algo tan simple como la sombra es vital para muchos organismos, por lo que debajo de las sabinas se refugian liebres, perdices y demás fauna terrestre. Y si al efecto protector del follaje del árbol se une que en invierno capturan la humedad de las nieblas o sirve de esponja cuando llueve, soltando después siempre el agua lentamente, a los pies de las sabinas se desarrolla una flora nemoral ausente en la estepa desarbolada, ya que desaparece cuando el árbol se elimina.
En la actualidad, la sabina albar es una especie protegida y no se puede talar. Hoy en día es un árbol apreciado sólo por sus valores ecológicos y estéticos y las nuevas generaciones han olvidado ya todos los otros usos que tuvo en el pasado. Al ser una madera muy dura y que pocos insectos atacan, los albañiles de Robledo la usaban tradicionalmente como viga en la construcción y como puente para soportar el peso de los tejados. El ramón lo empleaban también realizando la función de rellenar el hueco entre los maderos que hacían de viga para colocar la teja.
La resistencia al agua de la madera de sabina es proverbial y por ello los robledeños la buscaban para fabricar tapaderas de tinajas (donde se guardaban y aún se guardan los productos de la matanza del cerdo, vino, aceite, agua,…), canales y canaleras, tajaderas en los regadíos, piezas de pozos y para hacer estacadas. Las estacadas eran empalizadas construidas para sujetar los taludes del río o impedir que se desmoronaran las ribas de las acequias. Para lo que no sé utilizó nunca es para construir barcos ya que es un árbol que no sirve para hacer tablones, si esto hubiera sido posible, hoy, con total seguridad, no quedaría ninguna. Por el carácter aromático de la madera, las gentes de Robledo también la usaban para la fabricación de armarios roperos.
Y, como no podía ser menos en un árbol mítico, la sabina está también presente en la simbología religiosa. Su resina aromática la empleaban en la iglesia de Robledo como incienso (thurifera significa "portador de incienso”).
La única madera de sabina que hoy se puede aprovechar es la que resulta de la demolición de viejas casas y construcciones que usaban a la sabina como viga. Ya pueden tener la casa 300 años, que la madera está intacta.
Caminar entre las sabinas centenarias, observarlas y sentirse observado por ellas, disfrutar de su silencio roto solo por el sonido de algún pájaro o del viento entre sus ramas, respirar su aire y embriagarse de su atmósfera, descansar en sus sombras, permite llegar a un estado de relajación y bienestar que solo conoce el que lo ha experimentado.
“El Sabinar” de Robledo es un paraje único, digno de visitar y disfrutar pero siempre pensando en su cuidado y conservación.
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Dentro del término municipal de Robledo se encuentra la aldea de Villalgordo en la que destaca una ermita dedicada a la Virgen de la Encarnación, la cual se ubica en un cerro de mediana dimensión dominando la Vega de Villalgordo y en cuya falda se observan restos de cimentaciones pertenecientes a un antiguo poblado, lo que justificaría la existencia de la ermita y que, a causa de una epidemia de peste, dejó de ser habitado, aunque su relación con El Ballestero, situado a 12 km., es evidente a través de la ancestral vinculación entre ambos en la figura de la Virgen de la Encarnación. Aún así, los mayores de Robledo defienden la postura de que esta Virgen pertenecía originariamente a Robledo; recuerdan el dicho que cantaban en El Ballestero y que sirve de argumento a su afirmación:
Virgen de la Encarnación
no te vayas al Robledo,
que en la Posada del Arco
han matado un naranjero.
Utilizaban este asesinato, que realmente ocurrió en Robledo, para convencer a la Virgen de que no volviese a Robledo, con lo que, de forma intrínseca, estaban reconociendo que la Virgen era de Robledo.
A juicio del arquitecto Peiró Amo, es muy probable que Abderramán III, cuando describe los terrenos que visita en la comarca y menciona una población situada en zona de abundante agua a la que denomina “al gudur” (“zona de aguas embalsadas”), hace referencia al más que probable sistema de lagunas escalonadas (similares a las actuales Lagunas de Ruidera) que constituían la actual vega del río Arquillo. Actualmente solo quedan como lagunas las dos de cabeza, las Lagunas del Arquillo, observándose a lo largo de la vega referida diferentes saltos de agua coincidentes con barreras de tobares, artificialmente perforados para desecar las lagunas y convertirlas en terrenos cultivables.
La ermita es una edificación tosca del siglo XVI. Ha sido recientemente restaurada.
Consta de una nave única de planta rectangular, dividida en varios tramos separados por dos arcos diafragma apuntados que se corresponden con contrafuertes exteriores. La única puerta de acceso se ubica bajo un arco de medio punto en el muro meridional, a los pies del templo.
La techumbre es de madera, de estilo mudéjar, destacando el presbiterio construido con una sencilla bóveda de crucería, que cuenta con un arco añadido de dos plantas en el que se ubican la sacristía y el camarín de la Virgen.
Se puede observar cómo se utilizó como base de la pila bautismal a una piedra de molino.
En el exterior presenta contrafuertes diagonales en cada una de sus cuatro esquinas. Adosada a la ermita se encuentra la Casa del Santero, típica construcción rural que sirve de refugio en la romería a la Virgen de la Encarnación.
Esta tipología constructiva recuerda a otras iglesias que se levantaron en los últimos decenios del siglo XV y primeros del siguiente. Las de Riópar, Villapalacios, Ossa de Montiel, nos ofrecen detalles similares en lo que toca a los arcos diafragma, la bóveda de crucería del presbiterio, así como en el empleo de contrafuertes perpendiculares y oblicuos a los muros principales de la iglesia.
Esta iglesia hoy es una ermita dedicada a la Virgen de la Encarnación y, aunque enclavada en el Municipio de Robledo, son los vecinos de El Ballestero quienes acuden todos los años, de manera mayoritaria, a la romería que se celebra en honor de la Virgen de la Encarnación el día 25 de marzo. Esta situación es debida a que, hasta el siglo XIX, tanto Robledo como El Ballestero pertenecían a Alcaraz y cuando estos dos pueblos se independizaron y se establecieron los límites de sus términos, Villalgordo y su ermita quedaron pertenecientes a Robledo.
Algo después se levantarían las iglesias de Robledo (Iglesia de la Purísima Concepción), que presenta también algún parecido con la antedicha, y la de El Cubillo (Iglesia de San José, recientemente restaurada gracias a la Diócesis de Albacete y a los donativos de la mayoría de los vecinos de El Cubillo). No nacen como parroquias independientes. La de Robledo aparece como anejo de la Santísima Trinidad de Alcaraz y a su frente figura un cura con la denominación, más común en aquel tiempo, de “cura teniente”.
De la de El Cubillo podemos aventurar que se encargaría el mismo sacerdote que la de Robledo, según se desprende de la estrecha relación que hubo entre ambas.
Tenemos constancia cierta de la existencia de estos núcleos de población a mediados del siglo XV, siempre a través de datos sueltos referidos a alguno de sus habitantes. Hay que esperar hasta finales de ese mismo siglo para hacernos una idea de la importancia de estos asentamientos; muy escasa la de El Cubillo y Villaverde, apenas unos cuantos vecinos. Alrededor de 20 los vecinos asentados en Robledo.
Esta debilidad demográfica siguió siendo la característica dominante a lo largo del quinientos, de tal manera que en el año 1591 los vecinos de Robledo y El Cubillo suman 37, que a un promedio de 4 habitantes por hogar montan unos 148 habitantes.
El primer documento emanado de la iglesia de Robledo, dedicada a la advocación de la Purísima Concepción y también llamada en aquellos primeros tiempos de la Limpia Concepción, es de 1593, más concretamente se trata del registro de una boda. Pero ya funcionaba con anterioridad. Así se desprende de unos datos que recogieron las Órdenes Militares en 1571 y donde figuran entre otras las parroquias de El Cubillo y Robledo.
La edificación de estas modestas iglesias debió ser muy poco posterior al asentamiento de las primeras familias en estas poblaciones, a juzgar por el dato de que El Cubillo solo tenía 13 vecinos, y no era la más pequeña, ya que aparece la iglesia de El Horcajo con nada más que siete.
Sin embargo la referencia más antigua de la iglesia la tenemos de manera indirecta en las llamadas Relaciones del Cardenal Lorenzana de 1785, cuando el cura teniente don Nicolás Ruiz de Alarcón aporta como año de la fundación del lugar, el de 1530, basándose en los “libros de bautismo de esta parroquial”, que arrancarían por aquellos años.
Una vez levantados los templos, estas pequeñas comunidades estaban en plena disposición para llevar a cabo con total normalidad todas las prácticas religiosas que su pertenencia a la iglesia conllevaba.
La constitución de cofradías era una tradición muy arraigada entre los cristianos de la Baja Edad Media.
Nacieron en los ambientes urbanos como entidades religiosas-asistenciales, ejerciendo a partir de aquellos momentos labores humanitarias para con los miembros más necesitados de los gremios a los que iban íntimamente ligados, además de las labores típicamente cristianas de ejercicio de la caridad, de la penitencia y asistencia a los cultos.
La proliferación de cofradías que se produjo en los siglos XV y XVI debió, sin duda, estar alentada por la iglesia, convencida de que era un instrumento muy válido “para el servicio a Dios y a su Bendita Madre”. Esta invitación los fieles la asumieron gustosos.
Actualmente se mantiene la Hermandad del Sagrado Corazón de Jesús, formada por las mujeres del pueblo.
Las iglesias del municipio se han visto beneficiadas con importantes mejoras en los últimos años.